Las palabras son pistolas cargadas

sábado, enero 06, 2007

Traducción: La dickensiana historia de Matilde Zagalsky | Matilde Zagalsky's Dickensian story

Vía Mentiras Piadosas, me topo con una historia más propia de las páginas de Charles Dickens que de un país de la Unión Europea en pleno siglo XXI.

No parece descabellado que un traductor, tras muchas décadas de trabajo, aspire a una jubilación digna, máxime si ha destacado en su campo. Cualquier trabajador tiene derecho a ello, ¿quién lo duda? Pues según cuenta hoy El País, la traductora argentina Matilde Horne (cuyo verdadero apellido es Zagalsky), autora de la versión en español de los dos últimos tomos de El Señor de los Anillos, malvive a sus 92 años en una residencia de ancianos de Ibiza, con una pensión no contributiva de 300 euros y sin percibir derechos de autor de ningún tipo.

¿Cómo es eso posible? Sin duda, el nombre de Matilde Horne le resulta familiar a los aficionados a la literatura fantástica y la ficción científica. Según la base de datos del ISBN del Ministerio de Cultura, figura como traductora de 55 libros editados en España (seguramente esta cifra se quede corta; esta base de datos permite buscar por autor, editorial... pero no por traductor, así que la búsqueda no se puede afinar). ¿Cómo es posible que quien ha traducido al español obras de Stanislaw Lem, de Ray Bradbury, de Lawrence Durrell, de Ursula K. Le Guin..., por no hablar de J. R. R. Tolkien, se vea obligada a trabajar hasta los 86 años -cuando sus ojos se desgastaron por completo- y quede en una situación tan precaria? ¿Cómo es posible que más de 50 años de distinguida carrera como traductora literaria queden amortizados con un finiquito de 6.000 euros?

Pero lo que más me ha llamado la atención son los comentarios que algunos usuarios de Menéame han dejado (las faltas de ortografía y puntuación son suyas):

Pues no se, a la tía [sic] le pagaron las traducciones en su momento, pero no veo porque ella tendría que estar mejor que cualquier otro traductor solo porque a ella le toco traducir un libro de Tolkien en vez de cualquier otro. Si quería réditos el resto de su vida a lo que debía haberse dedicado es a escribir libros, y no a traducirlos [más sic]. [...]

Ahora bien, La duda que a mi me entra es que cotizo esta señora a lo largo de su vida, pues que le haya quedado esta pensión significa que no pago mucho a la seguridad social. Lo que no tengo muy claro es si esto es por ella, o bien por las empresas de traducción, que para variar se las intentan arreglar para pagar lo mínimo posible, lo que incluye defraudar si es posible [sic; que quede muy claro que esta es su opinión, no la mía].

[...]

Pues muy bien que me parece.

Seamos consecuentes. Una persona debe cobrar cuando trabaja. Si le contratan para traducir un libro, y lo traduce, cobra por esa traducción y punto. No debe estar cobrando toda la vida por un trabajo de x meses. ¿O esto es solo aplicable a los cantantes?

Igual que un albañil no cobra toda la vida porque una vez puso unos ladrillos en una casa... , ni los artistas ni traductores ni nadie debe cobrar toda la vida por aquella vez que trabajó. (¿no he leido yo esta comparación antes en alguna parte?)

Y si me decís que no, que esta gente debe cobrar toda la vida por aquél trabajo que hicieron una vez... decidme dónde tengo que apuntarme para que me paguen por todo lo que llevo hecho desde que empecé a trabajar.

No sólo la situación parece sacada de una novela de Dickens. Ciertas mentalidades, sobre todo teniendo en cuenta las fechas en las que nos encontramos, también recuerdan a algunos de sus personajes.

Y, a propósito, tal vez sea el momento de sopesar la posibilidad de contratar un plan de pensiones...

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2 Comments:

  • Querido Carlos.
    La verdad es que estoy tristísima.
    Me parece aberrante la situación y aún más aberrantes las barbaridades que se dicen. Aquí, como nosotros somos traductores de hobby, como dicen por ahí, pues ale... encima de que sacamos dinero extra, ¿qué más queremos?
    Pues no seños, me deico plenamente a la traducción porque ésta es mi pasión y, sobre todo, porque es mi TRABAJO. Y nos merecemos que nuestra condiciones sean las más dignas posibles en nuestra madurez y en nuestra vejez.
    Gracias por denunciar la situación desde una visión un poco más racional.
    Enlazo tu noticia en mi blog, si no te importa.

    Un abrazo,
    Eugenia

    By Anonymous Anónimo, at lunes, enero 08, 2007 4:37:00 p. m.  

  • Hola Carlos,
    Leí el artículo el domingo en El País mientras desayunaba y me conmovió, no sólo por la injusta situación de esta mujer en particular y de la profesión del traductor en general, sino por la humanidad que rezumaba Matilde.

    Como ella, imagino que hay cientos de traductores que malviven después de una vida dedicada a la cultura. En la sombra, como lo que somos: sombras agonizantes.

    La solución es difícil, pero posible. ¿Qué pasaría si nos pusiésemos en huelga y no traduciésemos durante una semana? ¿Seguiríamos siendo una sombra? No sé dónde está la solución, pero sólo nosotros podemos encontrarla.

    Un saludo,
    diana delgado

    By Anonymous Anónimo, at lunes, enero 08, 2007 8:03:00 p. m.  

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