126 - Lenguaje: "Insultando, que es gerundio"
Cada vez nos ponen más difícil insultar a la gente. Dirán algunos que no hace falta insultar a nadie, y que cuanto más difícil lo pongan, mejor. Pero dudo que tan edificante argumento sea del todo riguroso. Tal y como anda el mundo, verse insultado –cosa que, por otra parte, a muchos les importa un pimiento– es el único precio que muchos hijos de la gran puta y no pocos tontos del haba acaban pagando a cambio de la impunidad por los estragos que causan. Escueto peaje, a fin de cuentas. Además, para los que somos mediterráneos, o de donde seamos, y se nos calienta con facilidad la boca o la tecla –al arriba firmante más la tecla que la boca, pero cada cual es muy dueño–, ésa es una manera como otra cualquiera de situarse ante las cosas. Háganse cargo: el insulto como punto de vista o como desahogo final, a falta de otras posibles contundencias. Ultima ratio rerum, etcétera.
Tiene mucha razón don Arturo; cada vez es más difícil insultar. ¿Dónde queda entonces el recurso al pataleo, el derecho humano más inalienable de todos?
Para quien aún no haya leído su columna en dos partes en XLSemanal , ahí van los enlaces: Insultando, que es gerundio (I) y (II).
Las palabras duras, aun cuando sean justas, muerden. (Sófocles)
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