La "fraila"
En unas declaraciones efectuadas en Mallorca hace unos días, nuestra ministra de Cultura, Carmen Calvo, pronunció la siguiente frase: "Antes de cocinera fui fraila".
La señora Calvo quería decir que antes de ser ministra había sido consejera de Cultura de la Junta de Andalucía. Pero la palabra (o palabro, según los gustos) "fraila" ha desencadenado un alud de reacciones y se ha convertido en motivo de burla. En un artículo de Periodista Digital, por ejemplo, se comentaba que este asunto "... corre el riesgo de suponer el billete de la ministra al panteón del pitorreo nacional". Alfonso Ussía le dedicó el día 16 en el diario La Razón una columna despiadada, donde no solo se burla de ella sino de la misma idea de "corrección política" e incluye "perlas" como esta:
En plena acometida laica, la señora ministra hace pública su secreta. Que antes de consejera ha sido o sida fraila. Me siento dichosísima al escribir esta columna en homenaja suya, porque es la ministra más inteligenta, sorprendenta, benedicenta y más dada a la esperpenta de la Gobierna española. ¡Qué gracia, qué donaira, qué toda! Es una ciela de mujer.
Es cierto que la actual ministra de Cultura ya había tenido algunos deslices durante el año que lleva en el cargo. El más sonado fue dar a entender en una entrevista que la estancia de cinco años en Argel de Miguel de Cervantes era un ejemplo de entendimiento entre culturas; se le olvidó mencionar el pequeño detalle de que Cervantes estuvo allí como prisionero de los corsarios berberiscos. A pesar de estos antecedentes, creo que la señora Calvo no ha dicho fraila por ignorancia, como afirman algunos de sus críticos, sino porque buscaba un efecto humorístico. Pero "las palabras son pistolas cargadas" (¿les suena este aforismo?), y a veces se nos disparan. Sí, ha conseguido un efecto humorístico, pero no el que pretendía: en vez de reírse con ella, la opinión pública (o al menos una buena parte) se ha reído de ella.
Llegados a este punto, surge un interrogante: ¿tienen razón quienes se burlan de "la fraila"? ¿El lenguaje es sexista, como muchos afirman? ¿La lucha para erradicar el sexismo presente en el idioma distrae la atención hacia los verdaderos problemas que impiden la plena igualdad entre mujeres y hombres? La frase de Carmen Calvo ha vuelto a encender este debate, que poco a poco adquiere una importancia cada vez mayor, lo que incita a firmas muy conocidas a intervenir en él. Una de ellas es Arturo Pérez-Reverte (miembro de la RAE, como es sabido); en los últimos meses ha dedicado varios de los artículos (este o este, por ejemplo) que publica en el suplemento El Semanal a criticar, con el sarcasmo que es su "marca de fábrica", a quienes defienden la corrección política en el lenguaje, en especial a las feministas. Quienes, por el contrario, combaten el sexismo en el lenguaje, afirman que un cambio en el modo de expresarse que haga "visibles" a las mujeres modificará las estructuras mentales de la sociedad, lo que conllevará una mejora en la condición de la mujer. Respeto esta línea de pensamiento, pero no la comparto.
En mi humilde opinión, pretender cambiar el lenguaje para que este influya sobre la realidad es poner el carro antes que los bueyes. Si ha surgido el debate sobre cómo hay que formar el femenino de ciertas profesiones (¿la juez o la jueza? ¿La médico o la médica? ¿La fiscal o la fiscala? ¿La piloto o la pilota? ¿La minero o la minera?) es porque cada vez más mujeres las ejercen y no por que lo haya planteado ninguna autoridad lingüística o política. Estoy convencido de que, a medida que la presencia femenina en todos los ámbitos vaya creciendo, el "genio de la lengua" encontrará una solución (que posiblemente consista en generalizar la terminación en -a, por mal que les suene a muchos) para que dicha presencia sea "visible".
Una frase para reflexionar: Aprender a hablar es aprender a traducir (Octavio Paz).
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