Las palabras son pistolas cargadas

lunes, julio 24, 2006

Política: Que dos siglos no es nada

El S. XXI es lo que tiene, que bailas un par de letras y estás otra vez en el XIX.

El Teleoperador -que también tiene su propio blog- en El Manifestómetro (vía La Lengua).

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martes, julio 18, 2006

Lenguas: Diccionari Ortogràfic i de Pronunciació del Valencià

La Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL W) presentó el pasado día 11 su primer diccionario normativo: el Diccionari Ortogràfic i de Pronunciació del Valencià (DOPV; se puede consultar en línea en la página web de la AVL). Hay que señalar que, con la reciente entrada en vigor del nuevo estatuto de autonomía valenciano, las normas dictadas por la Acadèmia son «de aplicación obligatoria en todas las Administraciones públicas de la Comunitat Valenciana» (véase artículo en El País).

La presidenta de la AVL, Ascensió Figueres, «expresó su satisfacción por una obra que tras haber sido "debatida con pasión", "deja marcada para siempre la personalidad de los valencianos"». Pese a este triunfalismo, no han tardado en aparecer detractores de la obra, unos (como la Real Academia de Cultura Valenciana o un columnista de ABC cuyo nombre desconozco) por considerarla demasiado «catalanista» y otros por considerarla demasiado «castellanista»:


(Ortifus, Levante, 16 de julio de 2006)

En fin, que sigo pensando lo que ya he comentado en esta bitácora: lo peor que le puede pasar a una lengua es tener ardientes defensores (remunerados, por supuesto) en organismos públicos -es decir, pagados con impuestos, no necesariamente de sus hablantes- que la involucren en batallas políticas. Da igual que se trate del valenciano/catalán (tache lo que crea que no procede) en la Comunidad Valenciana, el francés en Quebec, el inglés en EE. UU. o el árabe en Egipto. Hay cariños que matan.

DICCIONARIO, s. Maligno artilugio literario para entumecer el desarrollo de un idioma, y tornarlo rígido y dificultoso (DICTIONARY, n. A malevolent literary device for cramping the growth of a language and making it hard and inelastic). (Ambrose Bierce W, El diccionario del diablo -inglés y español-. Traducción de Eduardo Stilman)

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sábado, julio 15, 2006

Traducción: "Cartas de Puebla"

Entre los días 12 y 14 de este mes se ha celebrado en la ciudad mexicana de Puebla el III Congreso Internacional «El español, lengua de traducción». Uno de los ponentes, la traductora argentina María Nóbrega, del Servicio de Traducción al Español de las Naciones Unidas (Nueva York), ha recogido sus experiencias en tres anotaciones aparecidas en Translation Notes, la excelente bitácora de Julio Juncal:


Asimismo, su ponencia (La traducción en las Naciones Unidas: la torre de Babel a orillas del East River), junto con algunas otras de este congreso, se puede descargar en formato PDF desde la página web de la organización.

El castellano es la lengua franca de la indianidad americana. (Carlos Fuentes, en el discurso que pronunció en el II Congreso de la lengua española, celebrado en 2001 en Valladolid)

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sábado, julio 01, 2006

Literatura: "Dulce et Decorum"

«Tengo el penoso deber de informarles que en este día se ha recibido un despacho de la Oficina de Guerra anunciando la muerte de ...» Así comenzaban los miles de telegramas que llegaban en julio de 1916 a hogares de toda Gran Bretaña. Esta terrible frase se difundía por las ciudades y los campos para notificar la suerte de un marido, un padre, un hijo o un hermano atrapados en la inmensa trituradora muy académicamente llamada «batalla del Somme».

La mayor parte de los soldados eran voluntarios que, en 1914, respondieron a la llamada de Kitchener. Cada unidad del «Nuevo Ejército» se había formado en una localidad en concreto y conservaba sus nombres extraoficiales. Existían «los compañeros de Accrington», «los amigos de Grimsby», «los muchachos de Glasgow». Esto les daba cohesión, pero también tenía sus inconvenientes. Rodeado de sus amigos, con quienes compartía un pasado común, el soldado gozaba de una moral a toda prueba, pero si su unidad era maltratada por el destino, eran pueblos enteros los que perdían toda su población masculina. Y esto es lo que sucedía ahora.

(Macdonald, John. Grandes batallas del mundo. Barcelona, Ediciones Folio, 1989, p. 146. No figura el nombre del traductor)

La primera vez que estuve en el Reino Unido, hace ya algunos años, me llamó mucho la atención ver que en todas las localidades que visité había un monumento en memoria de sus caídos en la Primera Guerra Mundial (incluso hay uno a la entrada del Museo Británico, en recuerdo a sus empleados). En estos memoriales suele haber una placa con sus nombres, que a veces es kilométrica. En algunos casos (por ejemplo, en el Museo Británico) hay también otra placa con la lista de los caídos en la Segunda Guerra Mundial, pero siempre es mucho más breve.

Me atrevería a decir que la Gran Guerra supuso para Gran Bretaña el mayor trauma del siglo XX, por encima incluso de los bombardeos alemanes (el Blitz) que sufrió en la Segunda Guerra Mundial. Nombres como Gallipoli, Ypres, Loos, Vimy, Arras o Passchendaele siguen vivos en la memoria colectiva británica. Pero por encima de todos ellos está el Somme. Hoy hace 90 años, el ejército al mando de Sir Douglas Haig (a mi juicio, uno de los mayores incompetentes de la historia militar, mal que le pese a los historiadores que aún lo defienden) lanzó un asalto contra las trincheras alemanas a lo largo de ese río del nordeste de Francia. En sólo 24 horas, el «Nuevo Ejército» sufrió 57.470 bajas (junto con 7.000 francesas y entre 10.000 y 12.000 alemanas), lo que probablemente convierte al 1 de julio de 1916 en el día más sangriento de toda la Historia. Tras los cuatro meses y medio que duró la batalla, la cifra de bajas británicas ascendió a 419.654, de las cuales 146.431 fueron muertos o desaparecidos.

La monstruosa carnicería de las trincheras tuvo, al menos, un aspecto positivo en Gran Bretaña: inspiró a autores como Robert Graves, Wilfred Owen, Isaac Rosenberg, Siegfried Sassoon, Mary Wedderburn Cannan y Rupert Brooke, entre otros muchos, algunos de los poemas más interesantes del siglo XX: la denominada «poesía de la Gran Guerra». Uno de los poemas más conocidos es el conmovedor Dulce et Decorum Est, de Wilfred Owen. Sirva de pequeño homenaje en este día a todas las víctimas, de ambos bandos, de la mayor estupidez (estupidez, no monstruosidad; eso queda, sin discusión, para la Shoah) de la historia de Europa.

Dulce et Decorum Est

Bent double, like old beggars under sacks,
Knock-kneed, coughing like hags, we cursed through sludge,
Till on the haunting flares we turned out backs,
And towards our distant rest began to trudge.
Men marched asleep. Many had lost their boots,
But limped on, blood-shod. All went lame, all blind;
Drunk with fatigue; deaf even to the hoots
Of gas-shells dropping softly behind.

Gas! GAS! Quick, boys! - An ecstasy of fumbling
Fitting the clumsy helmets just in time,
But someone still was yelling out and stumbling
And flound'ring like a man in fire or lime. -
Dim through the misty panes and thick green light,
As under a green sea, I saw him drowning.

In all my dreams before my helpless sight
He plunges at me, guttering, choking, drowning.

If in some smothering dreams, you too could pace
Behind the wagon that we flung him in,
And watch the white eyes writhing in his face,
His hanging face, like a devil's sick of sin,
If you could hear, at every jolt, the blood
Come gargling from the froth-corrupted lungs
Bitter as the cud
Of vile, incurable sores on innocent tongues, -
My friend, you would not tell with such high zest
To children ardent for some desperate glory,
The old Lie: Dulce et decorum est
Pro patria mori.


 
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