SENADOR JUAN VAN-HALEN ACEDO (PP): [...] Centrándonos en el período negro [del cine español]
, Calvo «dixit», en el año 2000 dos filmes, «La comunidad» y «Año mariano», superaron cada uno de ellos el millón trescientos mil espectadores. En 2001, año negro también, Calvo «dixit», las cifras fueron de asombro --el mejor año, con mucha diferencia, del cine español-- [...]. El año siguiente, año negro, Calvo «dixit»: «El otro lado de la cama» consiguió 2.726.871 [...]. En la última legislatura del PP, los años negros de hostilidad hacia el mundo del cine, Calvo «dixit», los espectadores totales de cine español [...].
MINISTRA DE CULTURA, CARMEN CALVO POYATO: [...] Señoría, usted para mí nunca será Van-Halen «Dixi» ni «Pixi»; será su señoría, el senador Van-Halen, precisamente porque estamos en una Cámara de representación democrática en nuestro país, precisamente porque estamos en el Senado.
Y desde ahora le adelanto que ese modelo de intervención, con alusiones pretendidamente ingeniosas acerca de las personas, en este caso de mi persona, si quiere, se las puede ahorrar, porque no voy a contestarlas.Este diálogo para besugos quedó recogido en el
Diario de Sesiones del Senado del 9 de febrero de 2005, para regocijo de los historiadores del futuro que lo examinen. En los últimos días se han hecho eco de él no solo algunos diarios de tirada nacional, sino también muchos
blogs de actualidad (como
malaprensa.com, de Josu Mezo, o
escolar.net, del periodista Nacho Escolar) e incluso de tecnología (
BandaAncha.st).
Otra vez nuestra Ministra de Cultura salta al primer plano de la actualidad a causa de su, digamos, peculiar utilización del lenguaje, como ya se
comentó en su día en esta bitácora. Recordemos, solo a título informativo, que doña Carmen Calvo es doctora en Derecho Constitucional y Profesora Titular de Universidad de Derecho Constitucional, según su
biografía oficial. Por supuesto, podemos suponer que su comentario sobre "Pixi" y "Dixi" (en realidad,
"Pixie y Dixie") era jocoso y que somos nosotros quienes no entendemos su sentido del humor. Sin embargo, me temo que, en este caso, la aplicación de la
navaja de Occam nos lleva a la conclusión de que Carmen Calvo no sabe latín.
No voy a criticar a nadie por no conocer la lengua de Cicerón y Virgilio, porque yo tampoco la aprendí en el Bachillerato. En su lugar, estudié "Cultura Clásica", una amalgama de mitos e historia de Grecia y Roma sazonada con una pizca de latín (expresiones y palabras sueltas, nada de gramática). Así que no criticaré ni a la ministra Calvo ni a las principales cabeceras de la prensa española;
todas ellas, tras el fallecimiento de Juan Pablo II, tradujeron mal la frase de su testamento "
nunc dimittis" y creyeron (e hicieron creer a la mayoría de sus lectores) que en 2000 había pensado en dimitir.
Lo que estos dos episodios demuestran es que en España cada vez menos personas conocen la lengua latina. Y a la vuelta de una generación, cuando se hayan jubilado los últimos profesores de lenguas clásicas, es probable que nadie la entienda. Lo cual es curioso, teniendo en cuenta que en otros países (sobre todo en EE UU) ha aumentado bastante el interés por el latín en los últimos años. De vez en cuando se pueden leer artículos en prensa (como
este de Arturo Pérez-Reverte en
El Semanal, o
este, fechado hace solo unos días, de Aurora Luque en el
Diario Sur de Málaga) que se quejan de la inminente desaparición del latín de los planes de estudios. Quedan aún latinistas irreductibles e inasequibles al desaliento, como los miembros de los
circuli latini (hay al menos cuatro, entre ellos el
Circulus Latinus Matritensis), que tratan de dar nueva vida al latín como lengua de comunicación. Recientemente se ha publicado un
manifiesto de apoyo a las Humanidades, que aboga por una mayor presencia de las lenguas clásicas en Secundaria, al que se han adherido escritores, académicos de la RAE, rectores de universidades españolas... Incluso hay un
chat (
Locutorium) en latín, por si alguien creía que esta lengua y las nuevas tecnologías eran incompatibles. Pero es muy difícil que estos esfuerzos puedan dar frutos perdurables.
Son muchos quienes piensan que el conocimiento del latín y el griego es superfluo en el mundo en que vivimos. No les faltan argumentos, y hasta hace no mucho yo era de la misma opinión. Pero hay lagunas en la formación de las que uno no se da cuenta hasta que ya es muy tarde. Soy consciente de que la sociedad actual exige que los contenidos en Secundaria se centren cada vez más en los "saberes instrumentales"; las lenguas clásicas no solo no entran dentro de esa categoría, sino que solamente se pueden incluir en el currículo de enseñanza obligatoria a expensas de otras materias. Por eso no envidio en absoluto la tarea de quienes han de diseñar los planes de estudio de la enseñanza secundaria, sobre todo en aquellas comunidades con lenguas cooficiales, pues tienen que hacer verdaderos encajes de bolillos. Aún así, creo que hay que tratar de hacerles un hueco a las lenguas clásicas en los currículos de la enseñanza obligatoria.
La huida hacia adelante tanto tecnológica como social a la que nos hemos lanzado con entusiasmo no llegará muy lejos si seguimos empeñándonos en ignorar de dónde venimos, y nuestra cultura (eso que tan ampulosamente suele denominarse
civilización occidental) tiene sus raíces en la Antigüedad clásica. Ya lo dijo Kant en una de sus cartas:
"No se esfuerce. ¿Para qué? Sea cual sea su hallazgo, siempre habrá un griego que lo haya dicho antes". Es mucho lo que aún podemos aprender de Séneca, de Platón o de Marco Aurelio. Y precisamente por esas raíces compartidas por las distintas culturas europeas, el conocimiento de las lenguas clásicas facilita el aprendizaje de otros idiomas y la comprensión de la terminología científico-técnica. Así que, después de todo, el latín y el griego sí son "saberes instrumentales", al menos hasta cierto punto.
En definitiva: las lenguas clásicas no son un lujo. Para el ciudadano de a pie son una herramienta que le permite comprender mejor el mundo que le rodea y, por tanto, ser más libre. Y para quien desee estudiar materias relacionadas con las lenguas o la historia, son una obligación. Por eso envidio (sanamente) a quienes las dominan.
Creer en el progreso no significa creer que haya habido progreso (An Fortschritt glauben, heißt nicht glauben, dass ein Fortschritt schon geschehen ist.) (
Franz Kafka)